Por Swami Sri Bhaktivedanta Tripurari
Artículo original: “The Rasika Vaishnava” Disponible aquí.
Meditando en el Krishna lila desde la perspectiva del propio cuerpo espiritual interior, el practicante a veces se experimenta a sí mismo como parte del lila y a veces se ve a sí mismo como practicante, consciente de su cuerpo de practicante. Cuando se experimenta a sí mismo como parte del lila, su meditación se convierte en su realidad. Ya no se ve a sí mismo como un espectador del teatro eterno; las emociones del modelo que sigue se convierten en las suyas propias.
Desde el simple recuerdo de Krishna (smaranam), el practicante pasa a eliminar conscientemente cualquier otro pensamiento, practicando la concentración (dharanam), y luego meditando (dhyanam). Es en la etapa de dhyanam que puede efectivamente visualizar el eterno lila diario de Krishna, fijarse en esa meditación (dhruvanusmrti), y desde allí entrar en ella en samadhi, o trance de amor. El practicante avanzado realiza esta meditación en medio de sus actividades diarias que desarrola en su sadhaka-deha exterior, visualizando lo que Radha y Krishna están haciendo en su día desde la perspectiva de su propio papel anhelado en su siddha-deha.
El practicante maduro entra en el drama eterno de Radha-Krishna mientras lee, escucha o recuerda los pasajes de rasa-pancadhyaya u otra literatura similar. Krishna ha sido llamado uttamasloka, la perfección del verso. Tal es el verso del Bhagavatam y la subsiguiente literatura de los Goswamis. Es poesía que es realidad, a través de la cual el conocedor del rasa olvida su cuerpo de practicante y todo el mundo material de falsedad para vivir dentro de las páginas de la literatura.
Puede ser difícil concebir la poesía como realidad, porque en la poesía uno puede hacer y ver lo que no puede en el llamado mundo “real” de nuestra experiencia sensorial. Sin embargo, el Srimad-Bhagavatam no es sólo poesía. Es también un libro de siddhanta, o conocimiento concluyente, el fruto maduro del árbol de los deseos conocido como los Vedas.
De los Vedas se puede obtener todo el conocimiento. El Srimad-Bhagavatam representa el máximo conocimiento que se puede obtener de este árbol, la aspiración más elevada del alma. El conocimiento es tan valioso como lo que éste nos permite hacer. Toda acción requiere cierto conocimiento. El conocimiento que nos proporciona la capacidad de amar lo absoluto es el conocimiento más elevado. Ese amor es una perspectiva tan elevada que Dios mismo se inclina ante él. Su obtención satisface plenamente al Absoluto. Mientras que la mayoría se preocupa por ser satisfecho por el Absoluto, el Srimad-Bhagavatam propone lo contrario: un camino cuya meta es satisfacer integralmente al Absoluto. Esta satisfacción del Absoluto es posible mediante el total desinterés del camino del amor apasionado.
El amor absoluto es el ideal del Bhagavatam, el fruto del conocimiento más elevado. Su poesía es una descripción de la tierra del amor, donde todo es posible. Si la verdad es amor y belleza, es razonable que se represente en la poesía, donde todo es posible. En poesía, la tierra puede convertirse en agua y el agua en tierra, como ocurre en el Bhagavatam cuando Krishna toca su flauta. El amor resuelve todas las contradicciones, porque en el amor los defectos de nuestro amante se convierten en ornamentos.
Mientras medita en la poesía divina del Srimad-Bhagavatam, el practicante se absorbe cada vez más, identificando los diversos constituyentes del rasa, alimentando su emoción dominante particular. Así, los versos cobran vida para el practicante y en la etapa de perfección, experimenta el rasa divino. Al imbuirse de las emociones espirituales encarnadas en su ideal dentro del texto, el alma del practicante vive en esa realidad emocional trascendental.